sábado, 23 de septiembre de 2006

Comunicaciones

El amor no alcanza. No llena el silencio hueco. No paga por las horas de desesperanza ni de descontento... o sí lo hace y me mintieron. Mi ser sentía amarlo, siente amarlo... pero no es suficiente. O el amor se extravía y nunca llega a destino, entre tantos vericuetos de la razón y los pensamientos, se pierde en la rutina. Tenía el cielo en mis pestañas y cerré los ojos... ya no estaba. Tuve la decencia de explicarlo, de ser honesta y sentirlo. Explicar porque lo perfecto se pudre y lo imperfecto es más sano. Y sin embargo, los vacíos silencios crecían exponencialmente. Y llegué a pensar que es mejor poco que nada. Pero en estas cosas si no es todo, no es nada. Y si no es nada... no es sano. Prefiero sentarme a escuchar la brisa en mi ventana.

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