miércoles, 12 de septiembre de 2012

Primer beso

Hay escenas que se te graban en la retina, en la piel, en los labios.
La memoria te hace trampas y no los aloja en un solo lugar, sino en varios al mismo tiempo... como para evitar que los olvides, que los borres por error. Como un backup de sensaciones.
La piel guarda los datos. Cada una de las reacciones eléctricas entre tus células y las del otro. Para después recrearlos, reconocer el más leve contacto de esa persona. La piel nos avisa de su proximidad, aunque sea sólo la virtual.
¿No les pasa que de repente, pensando en X persona... la sienten? La piel está preparada para sentir su roce, su tacto. Anticipándose al placer ya reconocido. Esperándolo. Sabiéndolo.
Como esos sonidos binauriales, que te engañan, haciéndole creer a tu cerebro que hay alguien más en la habitación, o que efectivamente estás borracho, o mareado.
La piel tiene memoria, te recuerda a esa otra piel que anhela. Le hace creer a tu cerebro, que está a punto de sentirla, a punto de tocarla nuevamente.

Mi piel te anhela....


Estábamos caminando. 
Yo estaba más alta que vos, por esos "tacos tramposos" que uso constantemente. 
Era de noche y la ciudad hervía de gente. Muchas luces, mucho ruido. Muchos desconocidos. Todos ellos ajenos a nuestras manos, que se encontraban casi sin querer... que se descubrían...
Después me dijiste que me habías llevado por aquella calle oscura porque querías besarme, pero no te animaste, que estabas nervioso.
La tarde se había esfumado, ya nos teníamos que separar. Se nos acababan los minutos. 
Yo quería besarte. 
Y te toqué la cara, a un costado. Y me acerqué y te di un beso de esos suavecitos, como el roce de una mariposa, en la mejilla derecha.
Y me abrazaste. Fuerte. Un brazo en mi cintura, la otra mano en mi cuello. Me diste un beso en la comisura de mis labios, y luego otro. Y otro. Y otro más.
Y nuestros labios se descubrieron, se encontraron, se supieron. 
Seguíamos abrazados en esa esquina. La gente seguía caminando, ajenos al fuego, ajenos a nuestro abrazo, a nuestros besos. 
Tus manos en mi cara, tu frente en mi frente y tus ojos en mis ojos. 
Te me derretiste ahí mismo, suave como chocolate tibio. 

¿Qué hacemos ahora mi Córdoba querida?

5 comentarios:

A.Torrante dijo...

"Te me derretiste ahí mismo, suave como chocolate tibio"

Hermosa frase Dana. Increíble lograr ese grado de intimidad en una vía pública. Me trajo gratísimos recuerdos de algunos primeros besos, algunos fueron públicos, pero era más joven...:-)

f dijo...

guau!

se me hizo agua la boca...

Dany dijo...

Coincido con Ato...leer esta entrada me hizo vijar en el tunel del tiempo.
Un beso!

xirda dijo...

Lo bueno de esos primeros besos es que logras ese grado de intimidad asi estes en la via publica.

Hermoso texto quer al igual que A.To y Dany me hizo recordar algunos primeros besos.

Buen dia.

Guillermo Altayrac dijo...

¡Qué bonito!