Es ese fenómeno mediante el cual, las personas que amamos nos resultan físicamente más atractivas de lo que realmente son, precisamente por verlas con los ojos del amor.
También sucede a nivel mental, cuando idealizamos al ser amado, al punto de verlo "perfecto".
Una vez retiradas las gafas, uno lo ve realmente como es.
Y se pregunta, por enésima vez en la vida ¿Qué carajos le vi?
Una amiga, de esas de fierro, sin pelos en la lengua, me dijo, hace unos días...
"No entiendo cómo fuiste a engancharte así vos con él... si es un loser! No trabajó nunca, mantenido, infiel... y encima... kirchnerista!!"
Todavía me estoy riendo de mí misma....
Algo así, pero sin alcohol... (el alcohol viene después, cuando te sacás los anteojos y lo ves realmente!)
8 comentarios:
La pregunta se impone: ¿para qué demonios nos sacamos esos anteojos?
Saludos, Signora.
es que hay un antes y un después de engarcharse...
No había una película que trataba este tema? No tengo idea pero algo asi había, estoy casi seguro #novoyalcine
Besos.
jajajajajajajja
aaaahhhhhh
lo bueno es que somos inimputables!
porque si cada uno se tuviera que poner a explicar qué le vimos ya sin las gafas
uuuffff
Y encima no hay ópticas para diseñarte gafas a medida, yo por eso uso lentes de sol bien oscuros, así al menos puedo deleitarme en los escotes sin parecer un "viejo verde" :-)
debo confesar que los hombres muchas veces tenemos nuestros lentes de amor entre la pichila y las huevas.... y los lentes se rompen cuando la mina o no te da cojo o te rompe mucho la pelotas.... si esas dos variables se mantienen mas o menos en equilibrio el amor puede prosperar sin que se rompan las gafas...
También está la opción del alcohol de quemar, bien para conservase o bien para quemarse a lo bonzo, según el grado de remordimiento.
:)
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