miércoles, 24 de marzo de 2010

Una cuestión de códigos

La manera en que hombres y mujeres procesamos las ideas es totalmente diferente. Mis tiempos son radicalmente diferentes a los de los hombres que se han cruzado en mi vida. Mi lenguaje es un código extraño a la mente de mis amantes. Porque el código comienza a diferir desde el momento en que hay un interés sexual de por medio, ya que los diferentes lenguajes no están presentes en las conversaciones con mis amigos varones. Es que, como dice el dicho, el sexo lo complica todo.
Hablando con un amigo, se me ocurrió el tema de los diferentes códigos en una relación, que impiden la comunicación entre las personas. Uno habla binario, le dije, el otro hexa. Más allá de la ñoñada que implica esa metáfora, recapacitando luego, llegué a la conclusión de que no se trataba de esa relación en particular, sino de casi todas las relaciones en las que he estado involucrada. Es muy probable que ambos digan lo mismo, pero hace falta interpretarlo, convertirlo de un lenguaje al otro, para que ambos puedan entenderse.
Lamentablemente, en la vida no existe un conversor que me traduzca lo que los hombres piensan. Qué no daría por un aparatito que convierta el binario al hexa pero en las relaciones sociales sentimentales. De esa manera, evitaría largas horas de "¿qué habrá querido decir?" y de "¡Pero este tipo es un idiota!". Porque creo que la mayoría de las veces, es solo una cuestión de malentendidos, causada por una interpretación errónea de los códigos que se utilizan.
Ojo, no digo que los inentendibles sean los hombres, ya que las mujeres también representamos un misterio con nuestros procesos mentales. Hace unos días, hablando con un ex, le expliqué los motivos que llevaron a la toma de ciertas decisiones que cortaron la relación. Fue una charla amena, porque transcurrido el tiempo, quitando el interés sexual de por medio, se puede volver a comunicar uno, como si se tatara con un amigo. En esta charla, expuse mis procesos mentales y logramos mirarlos, como si estuvieran bajo la lente de un microscopio. Y entendió mis motivos, y entendí su punto de vista. Pero hasta ese momento, creo que los motivos habían permanecido totalmente ocultos, casi inexistentes, dentro de su lógica. Apuesto que a lo largo de mis relaciones he despertado más de un comentario "esta mina es una idiota" sólo porque en ese momento, era imposible comunicar mis motivos, mis razones, en definitiva, era imposible convertir los códigos.
Cada nueva historia está plagada de malentendidos y de carencias en la comunicación. Mientras menos conoces a la otra persona, más inentendible se te hacen hasta los mensajes más claros y transparentes. Un "Hola, ¿cómo estas?" puede significar: 1) estoy pensando en vos, 2) estoy aburrido, 3) me interesas o 4) quiero ver si esta noche dormís a mi lado. O, quizás, simplemente significa, hola, ¿cómo estás?. Como dice el dicho, la verdad, el sexo lo complica todo.

martes, 16 de marzo de 2010

Postclímax

¿Qué pasa cuando el futuro es hoy? me preguntaron.
Y esa pregunta me persigue desde el día más feliz de mi vida hasta el momento.
Tantos años deseando terminar la carrera, dejar de estudiar, recibirme. ¿Y ahora? Ya está. Todos los planes llegaban hasta acá, porque el después era casi casi intangible, irreal. Y ahora descubro no solo es tangible el después, sino que es real (muy real), y actual. Hoy vivo después de mi futuro.
Necesito fijar nuevas metas, para poder cumplirlas y sentir que avanzo. Pero si me miento, fijándome metas meramente transitorias, no cumplirá su objetivo, dado que la motivación brillará por su ausencia, nuevamente. Y el fijar metas reales está por el momento fuera del alcance de mi comprensión porque no encuentro una meta que me deslumbre.
Estoy en el momento del postclímax. Una sensación de profunda satisfacción apenas se termina de ir de mi cuerpo y éste se va adaptando al ambiente real nuevamente, y empieza a añorar el trabajar nuevamente, en busca de un nuevo clímax. Pero es inevitable decirse... ¿tan pronto?